Chorreo

Sentado a cinco filas de la cancha veo en la banda a Pep Guardiola dando instrucciones a Messi, estoy en el Camp Nou viendo jugar al mejor equipo de la historia del fútbol en su mejor momento, no he pagado un euro para entrar, sin saberlo, un gran amigo ha hecho realidad un sueño de mi infancia. Pero aquí no acaba, falta ver la final de copa entre Barcelona y Real Madrid en Valencia, y sin su ayuda jamás habría conseguido entradas. Es abril de 2011.

Un abrazo fuerte y ya ves como es la vida… muy bella, pero otras veces… una gran putada.

Es octubre de 2013, no creo lo que leo. Lo vuelvo a leer, esperando que el mensaje diga otra cosa. No hay cambio.

¿Cómo estás?… ¿esperanzado con nuestro «reestilized Barça» para la nueva temporada?… ¿cómo ves el fichaje de Neymar?… ¿seguimos queriendo a Messi, no?… ¿no tenéis por ahí un central con garantías que reuna las tres «B»?… ¿te sorprendió lo del TATA como a nosotros?

Un agosto de 2013, primero para ser exactos, una fecha de recuerdos poco gratos para mí, pero como siempre como durante casi cinco años el tema de conversación con Xavi Muñoz es nuestro querido Barça.

«â€¦ es un cortometraje hecho por culés para los culés, pues todo el equipo técnico somos del Barça y será nuestra forma de darle las gracias a este fantástico equipo…»

Era 2009, cualquier mes después de mayo. No fue difícil convencerme, me sentí afortunado por desarrollar el sitio web de Chorreo, un corto que produjo, en el que Francesc Cànovas fue director. Me invitó porque, en sus palabras, mi twitter solo hablaba del Barça, le sorprendía que viviendo en México pudiera sentir los colores y la identidad del equipo blaugrana tan apasionadamente.

Seria una pena perder este «tesoro» tan preciado.

La pasión de Xavier Muñoz por su trabajo era tan grande, que aún estando indispuesto me contactó para pedirme que chorreo no desapareciera, y puedo asegurar que no desaparecerá.

Hasta luego.

19:22

Mantengo mis ojos bien abiertos. No hay sonidos. Sentado con mis manos sobre el escritorio, sin prender mi lap, cierro mis ojos. Pienso, profundamente intento comunicarme contigo, me aferro a que mágicamente puedas de alguna extraña manera interpretar lo que inunda mi cabeza y sentirlo. Hasta deseo que una fuerza suprema exista, me escuche y te ayude, la que sea.

No te rindas. No te rindas.
Esperanza.
Solo eso.

Las reglas tipográficas

«Desde Gutenberg la tipografía ha trabajado con reglas fijas que se aplican a la configuración de obras impresas. (…) Las reglas tipográficas se refieren no solo a las distancias entre letras y entre palabras, al interlineado, al tipo de letra, etc., sino también al establecimiento de las proporciones de la mancha, de las columnas, de los márgenes y de los formatos de página. (…)»

Josef Müller-Brockmann

Cero treinta antes del meridiano

“Se necesita piel muy gruesa
para andar como un rinoceronte
mientras jirafas melancólicas
pasan con un collar de perlas.”
Gabriel Zaid

Ajenos sueños, distintos días, diferentes motivos, otros fuimos.

Cuando jugábamos dominó, mientras mi papá tiraba una ‘mula’ solía decir: «cuando no sepas qué hacer acuéstate a dormir»; así mi cuerpo, lleno de dudas por tanto hacer sin terminar, ha decidido acostarse.

Toma lo que le corresponde, duele la espalda, sufre la rodilla, lastima todo. Reclama un alto, exige alivio y decide no moverse. Dosis urgente que sentencia mi voluntad.

El tiempo y la paciencia.
Espero que pronto.
¡Ya!

Pasa el año…

Y me siento bien, la vida pasando mientras aprendo, la vida yéndose con sentido, entre la borrachera y la conciencia, entra la lujuria y el cansancio.Me encuentra con las manos vacías, con la cabeza llena, con el corazón recuperado, sé que hice, que fui y donde estuve.

Pasa el lunes…

Pasa el lunes y pasa el martes
y pasa el miércoles y el jueves y el viernes
y el sábado y el domingo,
y otra vez el lunes y el martes
y la gotera de los días sobre la cama donde se quiere
dormir,
la estúpida gota del tiempo cayendo sobre el corazón
aturdido,
la vida pasando como estas palabras:
lunes, martes, miércoles,
enero, febrero, diciembre, otro año, otra vida.
La vida yéndose sin sentido, entre la borrachera y la
conciencia,
entre la lujuria y el remordimiento y el cansancio.

Encontrarse, de pronto, con las manos vacías,
con el corazón vacío,
con la memoria como una ventana hacia la obscuridad,
y preguntarse: ¿qué hice?, ¿qué fui?, ¿en dónde estuve?
Sombra perdida entre las sombras,
¿cómo recuperarte, rehacerte, vida?

Nadie puede vivir de cara a la verdad
sin caer enfermo o dolerse hasta los huesos.
Porque la verdad es que somos débiles y miserables
y necesitamos amar, ampararnos, esperar, creer y afirmar.
No podemos vivir a la intemperie
en el solo minuto que nos es dado.

¡Qué hermosa palabra «Dios», larga
y útil al miedo, salvadora!
Aprendamos a cerrar los labios del corazón
cuando quiera decirla,
y enseñémosle a vivir en su sangre,
a revolcarse en su sangre limitada.

No hay más que esta ternura que siento hacia ti,
engañado,
porque algún día vas a abrir los ojos
y mirarás tus ojos cerrados para siempre.
No hay más que esta ternura de mí mismo
que estoy abierto como un árbol, recorriéndolo todo.

He aquí la verdad: hacer las máscaras,
recitar las voces, elaborar los sueños.
Ponerse el rostro del enamorado,
la cara del que sufre,
la faz del que sonríe,
el lunes, y el martes, y el mes de marzo
y el año de la solidaridad humana,
y comer a las horas lo mejor que se pueda,
y dormir y ayuntar,
y seguirse entrenando ocultamente para el evento final
del que no habrá testigos.

¿Y si me lees?