Estoy por ti.

Un año y diecisiete días. Cincuenta y cuatro semanas y cinco días. Trescientos ochenta y tres días.

¿Me lees?
No es un secreto que estuve muerto. Fracasar nunca estuvo en mi cabeza. No fue mi intención. Espero que si un día lees esto comprendas que lo que ocurrió no tuvo nada que ver contigo, eres lo que más amo en la vida, hice de TODO para que las cosas funcionaran, pero a veces el agua y el aceite por más intentos que se hagan no se mezclan y terminan por separarse. Confieso que me fui, es verdad, no me corrieron, me corrí solo. Aunque no fue solo mi error, la búsqueda de paz nos lleva a asumir culpas ajenas, analizando las propias solo me quedó trabajar, a pesar de que sigo equivocándome, me gusta creer que al menos ahora enfrento a ese monstruo que me habita con la única idea de ponerme a vivir y estar ahí para ti.

¿Sigues leyendo?
Qué caso tiene que emplees tu tiempo en un asunto tan frívolo y vano como la perspectiva de mi último año. Ahora estoy fragmentado, escribiendo sobre las circunstancias, queriendo contener el llanto, experimentando otra vez melancolía en medio de la madrugada, evitando estar ausente. He llorado intentando comprender qué había ocurrido, no hubo respuesta, tú no las busques, no es algo que tenga que ver contigo, te lo juro.

Volví. Volví. Volví.
Estuve muerto, pero me revivió verte reír, escuchar tus primeras palabras, tus abrazos de oso, pero sobre todo ese ritmo que tienes para bailar y conducir el balón. No sé que siga, tal vez ya te hayan dicho que vengo del futuro, pero cuando se trata de mí nunca sé. Me mantengo en el presente, solo sé moverme, ver amanecer, sentir el aire al correr, escribir, leer, soñar, amarte. Esto nunca falla. Nunca. Solo puedo prometerte algo, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre puedes contar conmigo, ahí estaré, hasta que un día ya no me necesites. Te amo, aunque no lo leas, siempre te leo, aunque no estés conmigo, siempre estás conmigo, aunque no me veas, siempre te veo, aunque no lo sepas a dondequiera que voy me acompañas porque vives en mi corazón (músculo bombeador de sangre que posibilita la vida) pero sobre todo en mi cabeza (creador de las ideas más geniales pero sobre todo de los sentimientos más puros como amarte).

Te diré más de una vez que estoy aquí para ti, con la verdad brotando de mis dedos en este momento es oportuno escribirte que en realidad estoy por ti. Gracias.