Hace unos veinticinco años descubrà en la Quebrada, en Acapulco, lo que hoy sé con certeza: me dan miedo las alturas. Aquel dÃa bajé sentado los escalones de esa escalera que parece infinita porque sentà que en cualquier momento podrÃa caer al acantilado, y si eso sucedÃa ¿luego cómo regresaba?